(...) Como en el judo, el contrincante es y no es un contrincante, el que avanza en el camino del judo lucha contra un adversario porque sabe que la vida es lucha, pero el fin no es vencer a ese adversario, el fin es vencer y ser vencido por uno mismo, porque el adversario es uno mismo, y cuando tratamos de descolocarlo aplicando nuestra enerva en alguna parte de su cuerpo, somos conscientes de que nuestra enerva existe gracias a su energía aplicada en sentido contrario a la nuestra, y que cuando uno de los dos sale proyectado en el aire, proyectar, proyectarse o ser proyectado resulta una misma cosa.
En judo el envaramiento y la contracción son perjudiciales porque manifiestan una falta de confianza en sí mismo.