La más lejana luna. Atravieso un barrio pobre.
Esquina de barrio porteño te pintan los muros la luna y el sol. Te lloran las lluvias de invierno en las acuarelas de mi evocación.
(...) Yo sólo pinto en mi país y dentro de mi país en mi barrio, La Boca y su puerto.
Frases de Benito Quinquela Martín
(...) Y cada vez que partí llevé conmigo la imagen de mí barrio, que fui mostrando y dejando en las ciudades del mundo. Fue así como un viajero que viajaba con su barrio a cuestas. O como esos árboles trasplantados que sólo dan fruto si llevan adheridas a sus raíces la tierra en que nacieron y crecieron.
Frases de Benito Quinquela Martín
La década de los 50s fue una década muy rica culturalmente, y la mitad de los 60s también, porque lo que dominaba mucho a los personajes psicológicamente era la situación local. Eran personajes te diría costumbristas. Todos muy buenos, pero de un costumbrismo porque en realidad, la Argentina era en ese momento un país muy importante en el concierto de naciones Americanas y en el mundo en general. El mundo venia de la guerra, todavía no estaban perfilados nuevos imperios, de manera que acá había un gran desarrollo, y lo importante era lo que nos pasaba a nosotros. Había un sentimiento popular y nacional muy fuerte. Entonces los personajes eran personajes de acá. Lo importante que les pasaba sucedía en la casa, en la cuadra de ellos, en la vereda de en frente, en el barrio, y no más allá.
Bueno, lo primero que he hecho al volver a mi barrio tras ser Campeón, fue ir a buscar a mi padre en la fábrica de zapatos. Él estaba en su lugar de trabajo, le tomé su mano que tenía un zapato a medio hacer y le he dicho "Hoy fue tu ultimo día en esta fábrica papá". Me he sentido un hombre completo desde ese mismo momento.
Mi barrio era así, así...así...así. Es decir, qué sé yo si era así. Pero yo me lo acuerdo así: con Yacumín, el carbuña de la esquina, que tenía las hornallas llenas de hollín y que jugó siempre de jas izquierdo al lado mío, siempre, siempre... Tal vez pa'estar más cerca de mi corazón.
Alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio. ¿Cuándo? ¿Pero cuándo? Si siempre estoy llegando.
Qué bueno que yo viví en un barrio pobre, en un barrio difícil, donde la vida te enseña a luchar y salir adelante... Esa vida difícil es la que me hizo querer luchar y conquistar más.
Cuando a los 10 años muere mi viejo, un viejo muy querible, hay una explosión en ese hogar feliz y una fuerte amenaza de soledad para mí, que era el menor de tres hermanos con mucha diferencia de edad. Y lo que me salva es el fútbol, jugar con los pibes del barrio, socializar. Mi niñez feliz en medio de mi tragedia: mi casa era un lugar trágico y la vereda era la felicidad. Si a mí no me hubiera gustado jugar al fútbol, todo habría sido mucho más cuesta arriba.
Era Miércoles de Ceniza y con la puntualidad de lo eterno un viento árido y sofocante, como enviado directamente desde el desierto para rememorar el sacrificio del Mesías, penetró en el barrio y revolvió las suciedades y las angustias.
¡Debería avergonzarnos el escaso caudal de espíritu de nuestros ajedrezados urbanos! Magnitud de manzana y anchura de calle se determinan mediante acuerdo de sesión, con minuciosidad tal que el plano parcelario del barrio podría ya ser completado por el último escribiente o ujier, si no se diese aún cierta importancia a la mayor delicadeza de dibujo.