01. Si bien es cierto que vivimos tiempos crueles, también es cierto que estamos en tiempo de prodigios.
02. Un atributo de la memoria es su inagotable capacidad para deparar sorpresas. Otro, su imprevisibilidad.
03. Inspiración, un término despreciado por todos los pedantes del mundo, y también por sus primos, los cursis.
04. Libre del peso de las modas, de las capillas, de cualquier urgencia de información, leer se convertía en un acto de hedonismo.
05. La mente totalitaria no acepta lo diverso, es por esencia monológica, admite sólo una voz, la que emite el amo y servilmente repiten sus vasallos.
06. Todos, los castos como los lascivos, han aprendido que el sufrimiento es la sombra de todo amor, que el amor se desdobla en amor y en sufrimiento.
07. La memoria trabaja con la misma lógica oblicua y rebelde de los sueños. Hurga en los pozos ocultos y de ellos extrae visiones que, a diferencia de las de los sueños, son casi siempre placenteras.
08. Uno, me aventuro a decir, es los libros que ha leído, la pintura que ha conocido, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, unos cuantos amigos, algunos amores, bastantes fastidios. Uno es una suma mermada por infinitas restas.
09. Un novelista es alguien que oye voces a través de las voces (...) Con ellas va trazando el mapa de su vida. Sabe que cuando ya no pueda hacerlo le llegará la muerte, no la definitiva, sino la muerte en vida, la hibernación, la parálisis, lo que es infinitamente peor.
10. Adoro los hospitales. Me devuelven las seguridades de la niñez: todos los alimentos están junto a la cama a la hora precisa. Basta oprimir un timbre para que se presente una enfermera, ¡A veces hasta un médico! Me dan una pastilla y el dolor desaparece; me ponen una inyección y al momento me duermo.
11. Nadie lee de la misma manera. Me abochorna enunciar semejante trivialidad, pero no desisto: la diversa formación cultural, la especialización, las tradiciones, las modas académicas, el temperamento personal, sobre todo, pueden decidir que un libro produzca impresiones distintas en lectores diferentes.
12. Salvo Tiempo cercado, todos mis libros fueron escritos en el extranjero. Enviaba mis manuscritos a las editoriales de México, y un año más o menos después recibía yo los primeros ejemplares. (...) Era como escribir en el desierto, y en esa soledad casi absoluta fui descubriendo mis procedimientos y midiendo mis fuerzas.