Frases de Matsuo Basho - Página 8

01. Corazón blanqueado por la lluvia. Carcaza golpeada por el viento.

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02. Completamente mojadas inclinadas las peonías bajo la lluvia.

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03. La nieve que vimos caer ¿Es otra este año?

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04. Después del crisantemo a parte el largo nabo Nada.

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05. Ante la enredadera en flor Comimos nosotros Que somos simples hombres.

+ Frases de Flores


06. Torpe ya el ojo del halcón al ocaso gorjean las codornices.

+ Frases de Halcón


07. Mariposas que nunca serán llevados por el viento otoñal los tristes gusanos de la mostaza.

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08. Plenilunio de otoño; paseo en torno al estanque toda la noche.

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09. Una noche de primavera. En la sombra del templo un misterioso hombre suplicando.

+ Frases de Templo


10. Luna de agosto. Hasta el portón irrumpe la marejada.

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11. Cansado y maltrecho buscando posada ¡Glisinas en flor!

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12. En las flores silvestres de verano se estremece aún el sueño de gloria de los guerreros.

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Matsuo Basho

Matsuo Basho
  • 1644
  • Ueno, Iga, Mie, Japón
  • 28 de noviembre de 1694
  • Osaka, Japón

Poeta japonés, considerado el padre de los haikus de nombre real Matsuo Munefusa.

Sobre Matsuo Basho

Nacido en una familia noble, Matsuo Basho fue el segundo de los seis hermanos.

En 1653 comenzó a servir como paje del hijo de la familia poderosa donde trabajaba su padre, un samurái de rango bajo.

Matsuo Basho es el acompañante y discípulo del poeta y jefe samurái Toudou Yoshitada, quien lo prepara como Samurái.

En 1657 muere repentinamente su maestro, representando un duro golpe para Basho, que pide separarse del servicio de la familia.

Al ser rechazada su petición huye a Kioto y sólo se sabe que se dedica a leer clásicos chinos y estudiar poesía.

En 1675 se traslada a Edo (Tokyo) y entra en el círculo de haiku de Edo, conociendo a los poetas más importantes del momento.

Progresivamente va adquiriendo reputación, desarrollando su particular estilo y creando su propia escuela donde concurren muchos discípulos.

En 1680 uno de sus discípulos, Sampu, le regala una casa junto al río Sumida, trasladándose a ella y cambiando el centro artístico del momento por una vida más tranquila en el campo.

Matsuo Basho escribe en 1686 el haiku más famoso de la literatura japonesa, inspirado en un estanque, una rana y lo que produce su inmersión.

A partir de entonces realizó numerosos viajes, narrando sus experiencias.

Matsuo Basho supo elevar los haikus a una composición poética, transformándola de una expresión de intelectualidad o ingenio verbal a una intuición de la naturaleza, impregnada del espíritu del budismo zen.

Toda la obra de Matsuo Basho es un encuentro constante con la naturalidad y con la humildad del que usa los versos para avanzar en su propio camino de superación espiritual.

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